• Categoría de la entrada:BlogEsp

Petroleras

Le Monde illustré. 1871-04-08 (Fuente: gallica.bnf.fr / Bibliothèque nationale de France)

En abril de 1871, la Comuna –”[poder] nuevo realmente democrático” (Engels 1973, 114; MEW 22/198)– está en su apogeo, y la communarde feminista marxista Élisabeth Dmitrieff se entusiasma: “Sublevamos a todas les mujeres de Paris” (Dmitrieff 24.04.1871, 36). Acaba de nacer, en efecto, uno de los primeros grandes movimientos feministas organizado en torno a la lucha de clases. Los anticommunards no tardarán en nombrar este nuevo fenómeno. “Petrolera. Palabra repugnante, que el diccionario no había previsto: pero los horrores desconocidos requieren neologismos espantosos” (Gautier 1872, 21). Karl Marx irá a contramano y alabará, sin restricciones, el coraje de estas mujeres que “dan alegremente sus vidas en las barricadas y ante los pelotones de ejecución” (MEW 17/357; 1973, 160). 

Desde el Código Napoleónico, las mujeres están totalmente excluidas de la esfera pública francesa. En marzo de 1871, no obstante, rodean a la Guardia nacional y el l4 de abril de 1871 son 10.000 en las barricadas. Activas en numerosos comités mixtos, organizan 160 clubs de mujeres. Uno de ellos, La Unión de mujeres para la defensa de París, relacionado con la sección femenina francesa de la primera Internacional, organiza en un mes 24 reuniones públicas, en las cuales participan unas 4.000 mujeres. Sobre la base de los análisis elaborados por Marx y Engels, en ellas se “reclutan nuevas militantes y en un medio netamente proletario” (Thomas [1963| 2019, 117) y se proyecta la internacionalización de la lucha de las mujeres. 

Si las communardes provienen de horizontes diversos y forman un “sujeto complejo” (Schulkind 1985), coinciden en su admiración por las mujeres revolucionarias caídas en 1789, 1830 y 1848. También se desmarcan de ellas. Estas experiencias pasadas las llevan a ponerse de acuerdo a propósito de la insuficiencia de los combates orientados a una extensión del aparato jurídico-político liberal (Nikell/Haug 1999). En cuanto a las communardes, centran su programa en la idea de que “la unidad, tal como nos la han impuesto hasta hoy el Imperio, la monarquía y el parlamentarismo, no es sino la centralización despótica, necia, arbitraria u onerosa […]. La lucha comprometida es una lucha que no puede concluir en compromisos ilusorios; su desenlace no ha de ser dudoso” (Programme, 19.04.1871, 194). 

La liberación de las mujeres ya no se piensa sin la emancipación del proletariado y la lucha de clases, que asocian desde entonces su destino (Bergmann 1995). El Llamado a las ciudadanas de París lanzado por las communardes es explícito. “Nuestros enemigos son los privilegiados del orden social actual, todos aquellos que vivieron a costa de nuestro sudor, que siempre engordaron con nuestras miserias. Queremos trabajo para quedarnos con la ganancia de este, basta de explotadores, basta de amos“. Es la primera vez en la historia de los feminismos europeos que un movimiento masivo de mujeres se reúne bajo esta consigna. La feminista communarde André Léo lo afirma: “Hay que estar, y la única manera de hacerlo es agruparse para la acción común bajo la misma bandera” (La République des travailleurs, 10.01.1871, 1). 

Las mujeres, lejos de limitar su espacio de acción, tienen, por primera vez en Francia, responsabilidades políticas. Se adoptan también medidas inéditas, que vuelven a poner profundamente “en entredicho las ideologías y prácticas dominantes en materia de género” (Eichner 2004, 2). Tales medidas, enterradas por la represión, no se concretarán sino hasta mucho más tarde. Otras aguardan a ser realizadas. Entre sus proyectos están el derecho al divorcio por mutuo consentimiento, el reconocimiento de la unión libre y de los hijos extramatrimoniales, la abolición de toda competencia económica entre los dos sexos, la reivindicación de la igualdad salarial, la constitución de guarderías públicas, la creación de una educación para todos y todas y la fusión de la educación masculina con la femenina, efectivizada en la década de 1970.  

La figura de las petroleras nace como reacción a este proceso. Este neologismo designa a todas aquellas que han “repudiado el inmenso y magnífico rol de la mujer en la sociedad” (Audiencias del 4 y el 5 de septiembre de 1871), en la que se despliegan odio de clase y asco a las mujeres proletarias. Los conservadores las acusan de haber transformado un elemento central de su domesticidad, el petróleo, en un instrumento destructor de la familia mononuclear, columna vertebral de la sociedad de clases. Pese a ser pura invención, el relato sobre las petroleras constituye una de las más potentes construcciones políticas antirrevolucionarias de fines del siglo XIX, que participa de la creación del “imaginario de la Comuna” (Ross 2015).  

Construido para ridiculizar la acción colectiva de las mujeres, redibuja la memoria del proceso revolucionario invirtiendo su significación histórica. La creación de una alternativa social igualitaria se transforma en un fenómeno de pura destrucción, en el que se asocian locura de los pobres e histeria de las mujeres. Fotomontajes engañosos, caricaturas de prensa y relatos falaces se desencadenan para transformar a las communardes en petroleras, mezcla de brujas y prostitutas, “hidra obscena, sádica, histérica y cruel” (Lidsky 2010, 112), negando, mediante estas imágenes, todo el alcance de su proyecto político.  

El mito es desmentido por los y las sobrevivientes de la Comuna, que lo denuncian inmediatamente. Pero la masacre da paso a la historia de los vencedores. Los decenios que siguen están marcados por la omertà [en ital., ley del silencio] y el trato de parias que reciben los communards y las communardes, cuyas consecuencias no eximen al movimiento feminista francés. La tendencia liberal, bajo su forma republicana, domina a fines del siglo XIX. Focaliza ampliamente su ámbito de acción en la cuestión sufragista y no cuestiona el orden social existente. En sus espacios, las communardes, asesinadas, exiliadas o presas, no están para nada representadas a la altura de sus realizaciones, lo cual da lugar a amplios silencios en lo que concierne a sus conquistas pasadas. 

 Pero la historia de los vencidos de la Comuna ha sido contada por los propios vencidos (Haug 1997). Así, en 1882, se crea La Asociación de amigas y amigos de la Comuna de París. Desde principios del siglo XX, esta es conmemorada por los comunistas, los socialistas y los anarquistas como el “glorioso aniversario de la idea feminista” (Biais 1901). El mito de las petroleras continúa siendo denunciado y la transmisión de memoria prosigue en los espacios militantes.  

En la década de 1930, se opera por primera vez un cambio en la acepción de la palabra. Las mujeres comunistas francesas se apropian explícitamente de ella en 1933. “Sigamos el ejemplo de las petroleras de 1871” (L’Humanité, 28.06.1933). Mientras se exacerban los fascismos y los movimientos feministas franceses se vuelven cada vez más conservadores, ellas invierten la negatividad de la expresión y ofrecen a la petrolera su primera reapropiación positiva. El término pasa a ser sinónimo de resistencia frente a la violencia de Estado.  

La Resistencia hace que cristalice esta connotación positiva. En 1963, Édith Thomas, militante comunista, miembro de la Resistencia y pionera de la historia de las mujeres, emprende la construcción de una historia de las mujeres revolucionarias, trabajo de memoria que considera esencial. Publica la primera gran obra sobre las communardes, que se titula Petroleras (1963). La reapropiación del término consagra a la vez la pluralidad del movimiento, su carácter transgresivo frente al poder oficial y la imbricación entre combate anticapitalista y feminista.  

El término será reactivado por 1968, cargado de esta dimensión histórica, tal como lo ejemplifica “Las petroleras, el periódico de las mujeres que luchan”. Esta corriente feminista elige la filiación histórica de las petroleras para afirmar la lucha anticapitalista en el seno de su proyecto feminista, consolidando la significación revolucionaria del término. La línea de las petroleras celebra sus cien años.  

Luego, el sentido no parece seguir evolucionando, pero tampoco aparece ya en primer plano con la misma intensidad. De manera general, a principios del siglo XXI, se desarrollaron los estudios acerca de la historia de las mujeres y del género, que a menudo consagran una definición del feminismo como sinónimo de “persecución de iguales derechos cívicos para las mujeres y lucha por la ciudadanía y el sufragio” (Vergès y Jones 1995, 492). La historia de las mujeres y las conquistas feministas de la Comuna, por lo tanto, “se encuentra marginalizada” (492) en las historiografías feministas.  

Habrá que esperar hasta 2012 para que La Unión de mujeres para la defensa de París, “olvidadas por la historia” (Rey 2018), sea reconocida públicamente como la primera gran organización feminista que existió en Francia. Por su parte, las conexiones entre el pensamiento de Marx y Engels y los avances de este movimiento aún merecen ser exploradas (Haug 2001).  

Las communardes no recurrieron al término feminismo para definirse. Este “designaba únicamente, en los tiempos de aquellas, un combate a favor de una ampliación de los derechos de los individuos elaborado en los límites de la sociedad liberal” (Bonnet/Neves, 2021). Se esforzaron por inventar otra forma social, inaugurando, con ella, la tradición de otra emancipación de las mujeres y de una significación nueva de la lucha feminista. 

Annabelle Bonnet 

Traducción de Carola Pivetta  

La autora agradece a la Asociación “Les Amies et Amis de la Commune de Paris” (https://www.commune1871.org

 

Bibliografía  

T. Bergmann, “Diktatur des Proletariats”, HKWM 2, 1995

M. Biais, “Le féminisme de la Commune”, La Fronde, 19.03.1901

A. Bonnet y V. Neves, “As mulheres na Comuna de Paris”, A Terra é redonda, 2021

“Commune de Paris. Programme, 19.04.1871″, Annales de l’Assemblée nationale: Compte rendu in extenso des séances, Vol. 10, Assemblée nationale (1871-1942), La Commune, 1871 

É. Dmitrieff, “É. Dmitrieff à H. Jung” Lettres de communards et de militants de la Ire Internationale à Marx (…), París 1934 

C. Eichner, Surmounting the barricades : women in the Paris Commune, Bloomington (Indiana) 2004

F. Engels, “Introducción a La guerra civil en Francia de 1891″, en: K. Marx, Obras escogidas, vol. 5. Trad. de Traductores asociados. Buenos Aires 1973, pp. 105-115

F. Haug, “Erinnerung”, HKWM 3, 1997

, “Geschlechterverhältnisse”, HKWM 5, 2001 

K. Jones y F. Vergès, “‘Aux citoyennes!’: Women, Politics and the Paris Commune of 1871”, History of European Ideas, vol. 13/6, 1991

“Les agents de la commune, les femmes incendiaires, Audiences des 4 et 5 septembre”, Le dossier de la commune devant les conseils de guerre, París 1871  

K. Marx, La guerra civil en Francia, en: , Obras escogidas, vol. 5. Trad. de Traductores asociados. Buenos Aires [1871] 1973, pp. 105-167

“Notre programme”, La République des travailleurs, 10.01.1871 

P. Lidsky, Les écrivains contre la commune, París [1970] 2010

E. Nikell y F. Haug, Frauenbewegung, HKWM 4, 1999

C. Rey, A. Limoge-Gayat, S. Pépino, Petit dictionnaire des femmes de la Commune de Paris 1871: les oubliées de l’histoire. París 2018

K. Ross, Communal Luxury: the political Imaginary of the Paris Commune, Londres 2015

E. Schulkind, Socialist women during the 1871 Paris Commune, en: Past & Present, vol. 106, n° 1, Feb. 1985, pp. 124-163

É. Thomas, Les petroleuses, París [1963] 2019 

Th. Gautier, Tableaux du siège. Paris 1870-1871, París 1872