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Irrupciones feministas en el marxismo. A propósito de la publicación en español del Diccionario histórico-crítico del marxismo-feminismo

Por Ana Miranda Mora

El término marxismo-feminismo recoge la historia de los movimientos de mujeres o feministas y sus alianzas y desencuentros con los movimientos obreros, así como un conjunto de debates teóricos en torno al trabajo reproductivo, la división sexual del trabajo, la militancia femenina, el rol de la mujer en la familia, el papel del salario en la subordinación femenina, el lugar del control sobre su capacidad reproductiva y su cuerpo sexualizado en la acumulación del capital, la relevancia de las relaciones de género para la crítica de la economía política, entre otros. Al incorporar el punto de vista de las mujeres, feministas de Europa y las Américas revolucionaron el marxismo en las décadas de 1960 y 70.

La ambigüedad del término es resultado de dos principales posturas: por un lado, una forma de marxismo que no incluye ni cree necesario integrar los debates feministas en su crítica al capitalismo; por el otro, un feminismo que considera el marxismo como marco teórico incompleto para explicar la opresión femenina. De este modo, el término se ha usado para nombrar principalmente a las feministas materialistas o socialistas; y puede entenderse como un programa de transformación profunda del proyecto emancipatorio marxista.

En este contexto, pueden distinguirse dos momentos al abordar la relación entre feminismo y marxismo. Por un lado, la ampliación del análisis marxista por influencia del feminismo; por el otro, el desarrollo y replanteamiento de categorías y problemas en la teoría feminista debido a las críticas de o al diálogo con el marxismo. Lydia Sargent sostiene, en la introducción a su libro Women and Revolution, que el peligro del feminismo materialista y socialista radica en que sus diferencias desaparezcan al verse reducidas e invisibilizadas:

“¿Cómo pueden las mujeres entender su opresión particular de una manera que pueda enfrentar la estrechez de la terminología marxista (tal como la usan los hombres en el movimiento) que se centra en el trabajo y las relaciones económicas como el principal (y a veces único) ámbito de importancia? Y ¿cómo pueden desarrollar una nueva teoría que entienda la importancia de la reproducción, la familia y la sexualidad como elementos centrales de los análisis actuales y las visiones futuras?” (1981, XVIII)

El riesgo señalado por la feminista estadounidense estriba no sólo en los desencuentros históricos entre diferentes grupos dentro de la academia y entre movimientos de mujeres o feministas y obreros, sino especialmente en la formulación de algunos problemas y debates teóricos centrales y vigentes para la economía política.

La contribución de Marx y Engels al pensamiento feminista es innegable. La discusión sobre las relaciones entre hombres y mujeres, el papel de la mujer en la fábrica y la familia, argumentos contra la división sexual del trabajo y afirmaciones sobre la importancia de la familia para el análisis económico-político de la sociedad aparecen en diversas obras de ambos. En la Ideología alemana (1845-46) se señala, por ejemplo, que la división del trabajo es históricamente específica, y debe ser estudiada desde esta perspectiva.

“La producción de la vida, tanto de la propia en el trabajo, como de la ajena en la procreación, se manifiesta inmediatamente como una doble relación –de una parte, como una relación natural y, de otra, como una relación social– […]. De donde se desprende que un determinado modo de producción o una determinada fase industrial lleva siempre aparejado un determinado modo de cooperación o una determinada fase social, modo de cooperación que es, a su vez, una ‘fuerza productiva’” (MEW 3, 30)

Sin embargo, la problematización de la opresión femenina por los pensadores alemanes no se traduce en una teoría crítica de las relaciones de género como tal. Esto se debe menos a una falta de ‘conciencia feminista’ o a los prejuicios de la época, que a limitaciones en el interior de su teoría. Sus análisis y críticas del trabajo femenino e infantil, de la familia burguesa, la prostitución, entre otros temas, se realizan sobre todo desde categorías morales o estudios antropológicos problemáticos, que ocultan el carácter constituyente de las relaciones de género para la forma de producción capitalista. Marx y Engels critican el sistema de relaciones por el cual la producción de medios para la vida es socializada mientras que la reproducción de la vida parece no ser asunto social y se remite exclusivamente a la vida individual y privada.

El problema radica en que al abordar el problema del modo en que lo hicieron, Marx y Engels sólo confirmaron que las relaciones de género son algo exterior y adicional a las relaciones de producción, o bien, que estas se ven reducidas a las relaciones de clase. Así, redujeron las relaciones de género a un problema cultural o ideológico, ya sea mediante su subsunción a la noción de clase o su identificación con ella.  Como apunta Frigga Haug en su paradigmático artículo “Relaciones de género” (2001):

“Esta reducción condujo, en el movimiento de los trabajadores, a asumir un orden sucesivo para las luchas de liberación, con lo cual pasó inadvertido el hecho de que las relaciones de género son relación de producción y, por lo tanto, cuán fuerte es la relación de sostenimiento para la correspondiente forma de las relaciones globales. Por lo tanto, no se puede revolucionar primero las relaciones de producción y solo luego, las relaciones de género” (2021, 511).

Por ello, ninguna de estas relaciones puede comprenderse, sin responder a la pregunta por cómo la producción de la vida está inscrita en las relaciones de producción y viceversa, en qué relación se encuentra la producción de la vida con la producción de los medios para la vida. Ante este escenario, en el que aparentemente cualquier relación o asociación del feminismo y el movimiento de mujeres con el marxismo implica el riesgo de un sometimiento diletante o ingenuo, Haug se pregunta:

“¿es posible transformar al marxismo y volverlo fructífero para el feminismo? […]; y a la inversa, ¿puede tornarse el marxismo más vivo, más amplio, más universal a través de una reelaboración feminista? ¿Existe una aproximación específicamente marxista a la realidad que, considerada desde un punto de vista feminista, pueda traer a la luz una verdad diferente?” (2011/2021, XVII)

La respuesta positiva de algunas mujeres a esta pregunta posibilitó una primera irrupción feminista en un campo de pensamiento crítico inaugurado por Marx y Engels. En este sentido, ambos fueron –y siguen siendo– los principales enemigos y aliados de muchas feministas. Al intervenir y poner de cabeza la teoría de la dupla alemana, e incorporar la pregunta por las relaciones de género, hasta entonces olvidada o invisibilizada, los feminismos socialistas y materialistas revelaron para la economía política una constelación de problemas teóricos y prácticos previamente minimizados o marginalizados. Gracias a esta alianza en permanente tensión surgieron nuevos temas y planteamientos. La teoría feminista-marxista supone la formulación de un desafío y la ampliación del análisis político-económico del marxismo, posibilitando tanto un feminismo anticapitalista como un marxismo feminista.

En esta constelación de problemas, se pueden identificar tres debates centrales: la discusión sobre el trabajo productivo y reproductivo, y más recientemente su relación con el cuidado; la disputa sobre las fuentes de la opresión femenina, es decir, sobre la relación entre patriarcado y capitalismo; y, por último, la controversia sobre los términos de la relación entre dos categorías fundamentales a estas teorías: el género y la clase. El redescubrimiento de Marx y Engels por parte de feministas de los años 1970 y 1980 como Mariarosa Dalla Costa, Selma James, Leopoldina Fortunati, Kate Millet, Shulamith Firestone, Carole Pateman, Gayle Rubin, Sheila Rowbotham, Silvia Federici, Maria Mies, Frigga Haug, Roswitha Scholz, Mirta Henault, Isabel Larguía, John Dumoulin, Julieta Kirkwood y Elena Urrutia posibilitaría la crítica de la noción de trabajo, la politización de la sexualidad y de las experiencias personales en busca de una teoría capaz de explicar las raíces de la opresión femenina sin reducirla a los conflictos de clase. La feminista argentina Martha E. Giménez (2000) define el feminismo marxista como “una posición teórica […] que busca desarrollar el potencial de la teoría marxista para comprender las fuentes capitalistas de la opresión de la mujer”.

Así, desde el siglo XIX, los intentos por establecer relaciones de cooperación entre movimientos de mujeres y obreros, entre el marxismo y el feminismo han sido heterogéneos y muchas veces contradictorios. Como señala Cinzia Arruzza en su libro Las sin parte. Matrimonios y divorcios entre feminismo y marxismo, “los éxitos [de las feministas] han sido controvertidos, desde la fatigosa tentativa de mantener abierta una difícil relación hasta el auténtico divorcio” (2015, 19). Por ello, cabe enfatizar aquello en lo que coinciden: si bien el patriarcado no se origina en el capitalismo, aquél ha sido completamente integrado por éste. La relación histórica, sociopolítica y teórica entre género y clase, así como la posibilidad o no de elaborar una teoría que conjugue marxismo y feminismo, sin reducir uno a otro, es el reto de los feminismos de izquierda y marxismos contemporáneos. Además, el estudio de las alianzas entre marxismos y feminismos resulta relevante para comprender la genealogía de los feminismos en varias latitudes. Así como para formular herramientas para una teoría del capitalismo patriarcal que nos ayude a profundizar en las diferentes relaciones entre explotación, opresión, violencia y dominación a las que se ven sometidas las mujeres y cuerpos feminizados.

Lo importante de este cruce es que su interacción resulte en una mutua redefinición. Por un lado, se trata de recuperar la propuesta de Marx y Engels a la luz de la revisión y ampliación producida por los debates introducidos por el feminismo socialista y materialista –y, podemos añadir, indígenas, antirracistas, anticolonialistas, populares y transfeministas–. Por el otro, la propuesta de un marxismo feminista, o un feminismo marxista, consiste en investigar y analizar las relaciones entre la organización de la sexualidad, las relaciones de reproducción y de cuidado, el trabajo en el hogar y las relaciones de parentesco en conexión con los cambios históricos en el modo de producción y en la forma del trabajo, así como con las formas de apropiación, expropiación y explotación capitalista en su conjunto. Es decir, se trata de recuperar para el feminismo el análisis de la economía política en su crítica a la organización social y de la vida, y viceversa; recobrar para el análisis de la economía política, el análisis del género y la sexualidad en su crítica de las relaciones de producción del capital.

En este marco, es ineludible replantearnos estos debates en conexión con y en el contexto de América Latina, volver a preguntarnos por las genealogías de los movimientos feministas y obreros latinoamericanos y sus relaciones con los movimientos en Europa y el Norte global. Se trata de irrumpir el marxismo-feminismo desde América Latina. En este sentido, el Diccionario histórico-crítico del marxismo-feminismo (HKWF) recientemente publicado en español es un paso de gigantes. Este volumen recoge un conjunto de categorías y debates que fueron centrales para los feminismos en Europa y, sin duda, mundiales de los últimos años. Desde su particularidad y especificidad, ofrece a América Latina un puente para situar espacial y temporalmente estas discusiones y movilizaciones. A tal efecto, el cuidado ejercicio de traducción del libro (realizado por un numeroso un equipo de traductores), además de posibilitar el acceso a los artículos originalmente escritos en alemán, consigue provincializar Europa al acercase a ella situándola temporal y geográficamente, como condición para el diálogo. A este respecto, constituye un proyecto abierto que trabaja en un saber emancipador.

La selección de las entradas que realizaron Julia Espósito, Haydeé García Bravo y Gabriela Mitidieri teje una genealogía de movilizaciones, debates, disidencias que, aunque en muchos casos no son propiamente latinoamericanos, constituyen parte de nuestra historia. Este ejercicio de historización y mapeo de conceptos y luchas posibilita un nuevo acercamiento a la comprensión de la relación entre feminismos y marxismos. Al situar este pensamiento se enfatiza la diversidad y heterogeneidad de las diferentes tradiciones y enfoques desde donde fueron escritas las entradas del diccionario. La elección de los temas está determinada por una tradición teórica y militante feminista ligada al marxismo. Se trata de un feminismo que recupera críticamente el método materialista y dialéctico de Marx y Engels para pensar la relación entre capitalismo y patriarcado como una relación y proceso complejos y contradictorios. La apuesta consiste en mostrar que estos feminismos marxistas constituyen una tradición de pensamiento y de lucha que, como bien señalan las tres prologuistas latinoamericanas a cargo de la selección, está colmada de amistades y sororidades, de debates y combates, así como de hegemonías y resistencias. Así, esta compilación (al cuidado de Mariela Ferrari, Victor Strazzeri y Miguel Vedda, contando con el apoyo de Alex Wischnewski) explicita un conjunto de intereses y problemas comunes, al mismo tiempo que evidencia los límites y las diferencias, sin ignorar las asimetrías.

Este volumen proporciona un ángulo específico, desde el cual se problematizan los debates arriba señalados sobre el trabajo productivo y reproductivo, las fuentes de la opresión femenina y la relación entre el género y la clase. Las entradas del diccionario reconstruyen y analizan eventos, prácticas y conceptos como son el trabajo femenino/familiar/doméstico/domesticado; la caza de brujas, el cuerpo y el control natal; la categoría ontológica y social de mujer o feminidad, de sexo y género; la definición de feminismo, movimiento de mujeres, marxismo-feminismo, feminismo materialista, y teología feminista; fenómenos y conceptos políticos clave como emancipación, democracia, ética, pobreza, tercer mundo, misoginia y categorías feministas como heteronormatividad, homosexual, lesbiana, masculinidad. Esta edición latinoamericana del diccionario es una convocatoria para pensar los conceptos, debates y movilizaciones ligados a sus condiciones de producción, al contexto socioeconómico y geopolítico en que han sido acuñados. Así como una lúcida invitación por parte de las prologuistas y de los traductores a abrir debates y diálogos entre el Norte y el Sur globales, propiciando con ello una segunda irrupción en el marxismo-feminismo desde América Latina.

Ana María Miranda Mora es doctora en Filosofía Política (2021) por la Universidad Nacional Autónoma Autónoma de México (UNAM). Actualmente es becaria postdoctoral del DAAD en el Center for Interdisciplinary Gender Research en Innsbruck, Austria. Es profesora de Estudios de Género y Queer Studies en la Alice Salomon Hochschule de Berlín. Sus líneas de investigación son el trabajo de cuidados y las cadenas globales de cuidados, la violencia sexualizada y el feminicidio, la rabia feminista, la teoría jurídica feminista, el feminismo post y decolonial, la filosofía política y social y la filosofía clásica alemana (esp. Hegel, Engels-Marx y Benjamin).

Bibliografía

C.Arruzza, Las sin parte. Matrimonios y divorcios entre feminismo y marxismo. Barcelona 2015.

M.Giménez, “What’s material about materialist feminism?”, en: Radical Philosophy 101, mayo-junio 2000 (www), en: <https://www.radicalphilosophy.com/article/whats-material-about-materialist-feminism> [Consulta: 12 agosto, 2022].

F.Haug, “Prefacio” [2011], en: Diccionario histórico-crítico del Marxismo-Feminismo. Trad. de Miguel Vedda. Buenos Aires 2021, XVI-XIX.

–, “Relaciones de género” [2001], en: Diccionario histórico-crítico del Marxismo-Feminismo. Trad. de Mariela Ferrari y Miguel Vedda. Buenos Aires 2021, 497-554.

K.Marx y F.Engels, Werke, Vol. 3, Berlín 1969, 5-530.

L.Sargent, Women and Revolution. A discussion of the unhappy marriage of Marxism and Feminism. Nueva York 1981.